El cerebro, al igual que los demás órganos de nuestro cuerpo, se ve afectado por nuestra alimentación ya que la comunicación entre las neuronas se realiza mediante neurotransmisores formados por nutrientes, como los amino ácidos.
En los últimos años, la ciencia nos ha ayudado a comprender los nutrientes y vitaminas que más inciden sobre el óptimo funcionamiento cerebral. Se ha comprobado que el cerebro necesita una adecuada ingesta de omega-3, vitamina D, vitamina K, vitaminas del grupo B, antioxidantes, fibras, y minerales como el zinc, el magnesio y el hierro. Aunque se recomienda una alimentación variada y equilibrada, algunos de los alimentos con propiedades especialmente beneficiosas para nuestra cerebro son los siguientes:
- Aceite de oliva y de coco
- Aguacate
- Pescado azul
- Nueces, anacardos y almendras
- Pipas de girasol
- Huevo
- Cúrcuma
- Frutas rojas como los arándanos, las fresas y las moras
- Te verde
- Brócoli, espárragos, apio y espinacas
La primera mitad de los alimentos de la lista anterior destacan por su elevado nivel de ácidos grasos omega 3, nutrientes imprescindibles para el cerebro, especialmente por contener DHA, componente que es también parte estuctural de la membrana celular de las neuronas e imprescindible para muchas funciones cognitivas. Más allá de mantener nuestras funciones cognitivas en mejor estado, las propiedades de alimentos como el pescado azul o el aguacate tienen un papel fundamental sobre nuestra salud mental. Un estudio realizado en el hospital McLean, afiliado a la Universidad de Harvard, demostró que para tratar la depresión, los ácidos grasos omega-3 y los alimentos que contienen uridine (también encontrados en el pescado y las nueces, por ejemplo) son eficaces para reducir la sintomatología asociada a la depresión, equiparable a tres medicamentos antidepresivos del mercado.
También se han estudiado las carencias nutricionales de individuos con diferentes tipo de enfermedades mentales. Entre estas, se incluye carencia de vitamina B, C y E, de ácidos grasos poli instaurados, minerales como el zinc, el hierro y el magnesio. Concretamente, en los últimos años se ha estudiado la vitamina K, que se considera un aliado para el funcionamiento cerebral y ya es utilizado como parte del tratamiento del Alzheimer. Alimentos como el brócoli y otras verduras de hoja verde contienen elevados niveles de vitamina K y su ingesta en personas mayores correlaciona con mayor memoria y mejor expresión oral, como muestran las últimas investigaciones.
De las misma forma que hay alimentos que ayudan a preservar y aumentar nuestras funciones cognitivas además de actuar como protectoras de enfermedades degenerativas como el Alzheimer, otros se han visto que tienen efectos perjudiciales probados sobre nuestro funcionamiento cerebral y salud en general, como por ejemplo:
- Los azúcares (glucosa y fructosa), que afectan el funcionamiento de las células del encéfalo responsables del aprendizaje y el razonamiento.
- Los edulcorantes artificiales, que pueden producir los mismo daños cerebrales y problemas con la capacidad cognitiva que el azúcar.
- El Glutamato Monosódico (GMS), un potenciador de sabor con efectos dañinos en las neuronas.
- Los alimentos procesados y precocinados, los cuales elevan el riesgo de desarrollar un trastorno neurodegenerativo como la enfermedad de Alzheimer.
- El exceso de sal, que puede acelerar el deterioro cognitivo.
- El alcohol, que provoca alteraciones en la zona prefrontal del cerebro, responsable de las funciones ejecutivas como la planificación, la atención selectiva, el control de la conducta o el funcionamiento motor.
En definitiva, “somos los que comemos”, por lo que una alimentación sana y equilibrada es imprescindible para nuestro organismo, incluyendo el óptimo funcionamiento de nuestro cerebro.